Wednesday, May 27, 2015

2.2 Parkinson

Enfermedad de Parkinson



La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo del sistema nervioso central.  Fue descrita por primera vez en 1817 por James Parkinson, un médico británico que publicó un artículo sobre lo que llamó "la parálisis temblorosa." En este artículo, expuso los síntomas principales de la enfermedad que posteriormente llevaría su nombre.

Los investigadores creen que al menos 500,000 personas en los Estados Unidos padecen actualmente la enfermedad de Parkinson, aunque algunos cálculos son mucho mayores. La sociedad paga un precio enorme por la enfermedad. Se calcula que el costo total para el país excede los $6,000 millones anualmente.  El riesgo de la enfermedad aumenta con la edad, por ello los analistas esperan que el impacto económico y en la salud pública de esta enfermedad aumente a medida que la población envejezca.


La enfermedad de Parkinson pertenece a un grupo de enfermedades llamadas trastornos del movimiento. Los cuatro síntomas principales son temblor, o temblor en las manos, los brazos, las piernas y la mandíbula o la cabeza; rigidez, o agarrotamiento de las extremidades y el tronco; bradicinesia, o lentitud en los movimientos; e inestabilidad postural, o deterioro del equilibrio. Estos síntomas generalmente comienzan gradualmente y empeoran con el tiempo.  A medida que se vuelven más pronunciados, los pacientes pueden tener dificultad para caminar, hablar o completar otras tareas sencillas.  No todos los que padecen uno o más de estos síntomas tienen la enfermedad, ya que los síntomas a veces aparecen también en otras enfermedades.

La enfermedad de Parkinson es a la vez crónica, que persiste durante un extenso período de tiempo, y progresiva, lo que significa que sus síntomas empeoran con el tiempo. No es contagiosa. Aunque algunos casos de Parkinson parecen ser hereditarios y otros pueden rastrearse a mutaciones genéticas específicas, la mayoría de los casos es esporádico, o sea, la enfermedad no parece ser hereditaria.  Muchos investigadores ahora creen que la enfermedad es consecuencia de una combinación de susceptibilidad genética y exposición a uno o más factores ambientales que desencadenan la enfermedad. 





La enfermedad de Parkinson se produce cuando las células nerviosas, o neuronas, en un área del cerebro conocida como sustancia negra mueren o se dañan. Normalmente, estas neuronas producen una sustancia química importante en el cerebro conocida como dopamina. La dopamina es un mensajero químico responsable de transmitir señales entre la sustancia negra y la siguiente "estación de relevos" del cerebro, el cuerpo estriado, para producir movimientos suaves y decididos. La pérdida de dopamina produce patrones anormales de activación nerviosa dentro del cerebro que causan deterioro del movimiento. Los estudios demuestran que la mayoría de los pacientes con Parkinson ha perdido 60 a 80 por ciento o más de células productoras de dopamina en la sustancia negra en el momento de la aparición de los síntomas.  Estudios recientes han mostrado que las personas con Parkinson también tienen pérdida de las terminaciones nerviosas que producen el neurotransmisor norepinefrina. La norepinefrina, estrechamente relacionada con la dopamina, es el mensajero químico principal del sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso que controla muchas funciones automáticas del cuerpo, como el pulso y la presión arterial. La pérdida de norepinefrina puede ayudar a explicar varias de las características no motoras vistas en la enfermedad de Parkinson, inclusive la fatiga y anormalidades con la regulación de la presión arteria.

Aunque se reconoce cada vez más la importancia de la genética en la enfermedad de Parkinson, la mayoría de los investigadores cree que las exposiciones ambientales aumentan el riesgo de una persona de contraer la enfermedad. Aún en los casos familiares, la exposición a toxinas u otros factores ambientales puede influir sobre cuándo aparecen los síntomas o cómo evoluciona la enfermedad. Hay un número de toxinas que puede causar síntomas  parkinsonianos en los humanos.  Otros factores ambientales aún no identificados también pueden causar la enfermedad en individuos susceptibles genéticamente.


Un claro factor de riesgo para la enfermedad es la edad. La edad promedio de inicio es de 60 años, y la incidencia aumenta significativamente con la edad.  Sin embargo, alrededor del 5 al 10 por ciento de las personas con enfermedad de Parkinson tiene una enfermedad de “inicio temprano” que comienza antes de los 50 años de edad.  Las formas de inicio temprano de la enfermedad generalmente son heredadas, aunque no siempre, y algunas han sido ligadas a mutaciones genéticas específicas.  Las personas con uno o más familiares con la enfermedad tienen un aumento del riesgo de contraer ellos mismos la enfermedad, pero el riesgo total aún es solamente 2 a 5 por ciento a menos que la familia tenga una mutación genética conocida para la enfermedad.  Se estima que entre el 15 y 25 por ciento de las personas con la enfermedad sabe que tiene un pariente con la enfermedad. 

En casos muy raros, los síntomas parkinsonianos pueden aparecer en las personas antes de los 20 años.  Esta enfermedad se llama parkinsonismo juvenil.  Se ve más comúnmente en Japón pero se ha encontrado también en otros países.  Generalmente comienza con distonía y bradicinesia, y los síntomas a menudo mejoran con el medicamento levodopa.  El parkinsonismo juvenil a menudo es hereditario y a veces está ligado con un gen mutado de parkina.



Los síntomas de la enfermedad a menudo comienzan de un lado del cuerpo.   Sin embargo, a medida que evoluciona, la enfermedad finalmente afecta ambos lados.  Aún después de que la enfermedad involucra ambos lados del cuerpo, los síntomas a menudo son menos graves en un lado que en el otro.  Los cuatro síntomas primarios de la enfermedad de Parkinson son:
  • Temblor. El temblor asociado con la enfermedad tiene una apariencia característica. Típicamente, el temblor toma la forma de un movimiento rítmico hacia adelante y hacia atrás a una velocidad de 4-6 latidos por segundo. Puede involucrar el pulgar y el índice y parecer un temblor como "rodar píldoras".  El temblor a menudo comienza en una mano, aunque a veces se afecta primero un pie o la mandíbula. Es más obvio cuando la mano está en reposo o cuando la persona está bajo estrés.  Por ejemplo, el temblor puede volverse más pronunciado unos segundos después de que las manos descansan sobre una mesa.  El temblor generalmente desaparece durante el sueño o mejora con el movimiento intencional.
  • Rigidez. La rigidez, o resistencia al movimiento, afecta a la mayoría de las personas con enfermedad de Parkinson. Un principio importante del movimiento corporal es que todos los músculos tienen un músculo que se opone. El movimiento es posible no solamente porque un músculo se vuelve más activo sino porque el músculo opuesto se relaja. En la enfermedad de Parkinson, la rigidez sobreviene cuando, en respuesta a señales del cerebro, el delicado equilibrio de los músculos opuestos se perturba. Los músculos permanecen constantemente tensos y contraídos y la persona tiene dolor, o siente rigidez o debilidad. La rigidez se vuelve obvia cuando otra persona trata de mover el brazo del paciente, el cual se moverá solamente  en forma de trinquete o con movimientos cortos y espasmódicos conocidos como rigidez de "rueda dentada".
  • Bradicinesia. La bradicinesia, o el retardo y pérdida del movimiento espontáneo y automático, es particularmente frustrante debido a que puede hacer que las tareas simples sean algo difíciles.  La persona no puede realizar rápidamente movimientos rutinarios. Las actividades, antes realizadas rápida y fácilmente, como asearse y vestirse, pueden tomar varias horas.
  • Inestabilidad postural. La inestabilidad postural, o deterioro del equilibrio, hace que los pacientes se caigan fácilmente.  Las personas afectadas pueden desarrollar una postura encorvada en la cual la cabeza está inclinada y los hombros caídos. 







La enfermedad de Parkinson no es una enfermedad fatal en sí misma, pero empeora con el tiempo.   La expectativa de vida promedio de un paciente con Parkinson generalmente es la misma que para las personas que no padecen la enfermedad.  Sin embargo, en las etapas tardías de la enfermedad, la enfermedad de Parkinson puede causar complicaciones como ahogos, neumonía y caídas que pueden llevar a la muerte.  Afortunadamente, hay muchas opciones de tratamiento a disposición de las personas con la enfermedad.


La evolución de los síntomas en la enfermedad de Parkinson puede llevar 20 años o más.  Sin embargo en algunas personas la enfermedad evoluciona más rápidamente.  No hay manera de predecir qué curso seguirá la enfermedad en una persona en particular.  Un sistema usado habitualmente para describir cómo evolucionan los síntomas de la enfermedad es la escala de Hoehn y Yahr.


Etapas de Hoehn y Yahr de la enfermedad de Parkinson



Etapa uno



Síntomas solamente de un lado del cuerpo.



Etapa dos



Síntomas en ambos lados del cuerpo.  Sin deterioro del equilibrio.



Etapa tres



Deterioro del equilibrio.  Enfermedad leve a moderada.  Independiente físicamente.



Etapa cuatro



Incapacidad grave, pero aún es capaz de caminar o estar de pie sin ayuda.



Etapa cinco



En silla de ruedas o en la cama a menos que reciba ayuda.


Medicamentos que aumentan los niveles cerebrales de la dopamina
Levodopa
Medicamentos que imitan a la dopamina (agonistas de la dopamina)
Apomorfina
Bromocriptina
Pramipexol
Ropinirol
Medicamentos que inhiben la descomposición de la dopamina  (inhibidores de la MAO-B)
Selegilina (deprenyl)
Medicamentos que inhiben la descomposición de la dopamina  (inhibidores de la COMT)
Entacapona
Tolcapona
Medicamentos que disminuyen la acción de la acetilcolina (anticolinérgicos)
Trihexifenidil
Benztropina
Etopropazina
Medicamentos con un mecanismo de acción desconocido para la enfermedad de Parkinson
Amantadina
Cirugía

Alguna vez tratar la enfermedad de Parkinson con cirugía era una práctica común. Luego del descubrimiento de la levodopa, la cirugía fue limitada a pocos casos.  Los estudios en las últimas décadas han llevado a grandes progresos en las técnicas quirúrgicas y la cirugía vuelve a usarse en las personas con enfermedad avanzada para quienes la terapia medicamentosa ya no es suficiente.

Palidotomía y Talamotomía

Los primeros tipos de cirugía para la enfermedad de Parkinson implicaron la destrucción selectiva de partes específicas del cerebro que contribuyen a los síntomas de la enfermedad.  Actualmente los investigadores han refinado mucho el uso de estos procedimientos.  El más común de estos procedimientos es la palidotomía.  En este procedimiento, un cirujano destruye selectivamente una porción del cerebro llamada globo pálido.  La palidotomía puede mejorar los síntomas de temblor, rigidez y bradicinesia, posiblemente interrumpiendo las conexiones entre el globo pálido y el cuerpo estriado o el tálamo.  Algunos estudios también han encontrado que la palidotomía puede mejorar la marcha y el equilibrio y reducir la cantidad de levodopa que necesitan los pacientes, reduciendo así las discinesias inducidas por medicamentos y la distonía.  Un procedimiento relacionado llamado talamotomía implica la destrucción quirúrgica de parte del tálamo cerebral.  La talamotomía se usa principalmente para reducir el temblor. 

Debido a que estos procedimientos causan la destrucción permanente de tejido cerebral, han sido mayormente reemplazados por la estimulación cerebral profunda en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.


Estimulación cerebral profunda

La estimulación cerebral profunda usa un electrodo implantado quirúrgicamente en una parte del cerebro.  Los electrodos están conectados por un cable bajo la piel a un pequeño dispositivo eléctrico llamado generador de pulsos que se implanta en el tórax bajo la clavícula.  El generador de pulsos y los electrodos estimulan el cerebro de forma indolora de una manera que ayuda a detener muchos de los síntomas de la enfermedad.  La estimulación cerebral profunda ha sido ahora aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. y se usa extensamente como tratamiento de la enfermedad de Parkinson.

La estimulación cerebral profunda puede usarse en uno o ambos lados del cerebro.  Si se usa en un lado solamente, afectará los síntomas en el lado opuesto del cuerpo.   La estimulación cerebral profunda se usa principalmente para estimular una de tres regiones cerebrales:  el núcleo subtalámico, el globo pálido o el tálamo.  Sin embargo, el núcleo subtalámico, un área pequeña ubicada por debajo del tálamo, es el objetivo más común.  La estimulación del globo pálido o del núcleo subtalámico puede reducir el temblor, la bradicinesia y la rigidez.  La estimulación del tálamo es principalmente útil para reducir el temblor. 

La estimulación cerebral profunda generalmente reduce la necesidad de levodopa y medicamentos relacionados, lo cual a su vez disminuye las discinesias.  También ayuda a aliviar la fluctuación “on-off” de los síntomas.  Las personas que inicialmente respondieron bien al tratamiento con levodopa tienden a responder bien a la estimulación cerebral profunda.  Mientras los beneficios de esta estimulación pueden ser sustanciales, generalmente no es útil para los problemas del habla, "congelación," postura, equilibrio, ansiedad, depresión o demencia.



Wednesday, May 20, 2015

2.1. Alzheimer

Enfermedad de Alzheimer

El Alzheimer es una enfermedad que se encuentra asociada a la edad. Si bien la definición del Alzheimer resulta muy compleja hoy en día, se puede definir a la enfermedad como un trastorno adquirido y crónico en dos o más de las funciones cerebrales, como pueden ser la memoria, el lenguaje, la conducta o el pensamiento, lo que conlleva finalmente a un deterioro cognitivo múltiple e invalidante.

Hoy en día el Alzheimer es una de las principales causas de demencia, ya que se considera que constituye desde un 50 a un 70% de las mismas.
Diversos estudios han demostrado que esta patología, afecta a un 10% de la población de 65 años, si bien continúa avanzando progresivamente con la edad hasta alcanzar el 50% en las personas con una edad de 85 años.

El Alzheimer no es ninguna enfermedad contagiosa ni infecciosa, pero es terminal al producir un deterioro general de la salud de la persona que lo padece. Habitualmente la persona enferma de Alzheimer termina falleciendo por pulmonía, ya que a medida que avanza la enfermedad el sistema inmune sufre un fuerte deterioro, además de que el peso de la persona disminuye drásticamente, lo que conlleva al aumento de riesgo de aparición de infecciones de garganta y de pulmón.






¿Cuáles son las características diagnósticas del Alzheimer?
Al tratarse de una enfermedad fundamentalmente cortical, que conlleva en unas alteraciones precoces en zonas que se relacionan directamente con la memoria, esta patología posee un perfil de deterioro neuropsicológico característico que se encuentra determinado por el deterioro amnésico junto a la disfunción de las capacidades instrumentales, como son el lenguaje, las gnoxias y las praxias, así como el deterioro de las funciones ejecutivas entre las que se encuentran la planificación, la organización, la abstracción o la secuenciación.

Es hacia estas áreas, junto a la orientación temporoespacial hacia donde se deberá orientar la exploración, especialmente en los casos incipientes, ya que se establece el criterio A en el diagnóstico de demencia tipo Alzheimer según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV).

Memoria: los trastornos que se producen en el ámbito de la memoria en la enfermedad del Alzheimer, constituyen uno de los rasgos más característicos de esta patología, considerándose uno de los más precoces síntomas de la enfermedad, y el principal motivo de consulta en los estadios iniciales del proceso de degeneración.

Si bien el los estadios más avanzados la memoria, se caracteriza por una amnesia global y profunda, existen diversos y diferentes tipos de memoria, que se ven afectados, en este proceso que se suceden de una manera cronológica.

La memoria episódica es la primera en verse afectada, cuando el resto de memorias se encuentran todavía preservadas. Este hecho puede deberse a la alteración de la anatomía inicial, que incluye principalmente al hipocampo y la corteza entorrinal.


La siguiente en verse afectada es la memoria semántica, cuyo deterioro sigue un orden secuencial. Este deterioro se refiere a la perdida de la capacidad de actualizar los conceptos que normalmente se encuentran almacenados y organizados en una red de asociaciones, por lo que los menos utilizados se pierden de una manera más veloz, y los que más se utilizan requiere un mayor tiempo para su pérdida.
La memoria remota, también se ve afectada y es claramente reconocible un gradiente en la temporalidad del recuerdo, resultándole mucho más complicado al enfermo de Alzheimer evocar hechos recientes.






Si bien estos tipos de memoria se ven afectados, algunos otros, se encuentran preservados de una manera relativa. En este grupo podemos destacar a la memoria procedural y el aprendizaje de tareas motoras sencillas. La memoria procedural implica a aquello aprendido de manera indirecta o automática, como los movimientos necesarios para conducir un vehículo, ya que la actividad automática no requiere actualizarse en la conciencia, o el aprendizaje de tareas motoras simples, que son preservados aún en los estados más avanzados de la enfermedad.

Por otro lado la memoria inmediata se encuentra menos deteriorada, ejemplo de ello es la repetición de las tres palabras del Test Minimental, que la de corto plazo, la cual implica un registro y aprendizaje, como por ejemplo repetir las mismas palabras al cabo de unos pocos minutos. Asimismo la memoria a largo plazo puede presentar un mejor funcionamiento, aunque tampoco está intacta



· En el lenguaje, la afasia o disfasia presenta distintas formas de gravedad, lo que depende de la evolución de la enfermedad. En este caso no solo se encuentra afectada la capacidad de comprensión del lenguaje, sino también la capacidad por expresarse adecuadamente.
Los principales déficits que se presentan en los primeros estadios de la enfermedad, son la anomia, la incapacidad o dificultad para poder evocar los elementos lingüísticos correspondientes al nombre de los objetos. A medida que la enfermedad continúa avanzando, otros aspectos del lenguaje se van viendo también afectados como los aspectos semánticos y pragmáticos, mientras que los de tipo sintáctico y fonológico se encuentran más preservados.

· La gnosia, conlleva la dificultad en el reconocimiento de la información que proviene a través de los órganos de los sentidos, como son la vista, el olfato,el oído...
Este hecho presupone que estos órganos receptivos se encuentran suficientemente indemnes. En relación con esto cabe destacar que el 30% de los pacientes de la enfermedad de Alzheimer presentan agnosias visuales.

· La afección en la praxias, conlleva a una dificultad de realizar movimientos de una manera coordinada y fina. Por otro lado cabe destacar que la capacidad motora se encuentra intacta, existiendo una ausencia de parálisis, así como la comprensión del movimiento a realizar. Si se realiza un cuadro clínico, se pueden observar dos clases de apraxia:

1.- La apraxia aleatoria, implica una incapacidad para simbolizar de manera adecuada la sucesión o secuencia de gestos vinculados a un acto motor.
2.- La apraxia ideomotriz, conlleva a la incapacidad de llevar a cabo ante un pedido de una tarea motora, en tanto que la misma sí puede llevarse a cabo de una manera espontánea




El Alzheimer puede clasificarse de distintas maneras y según dos factores distintos. Se clasifican según la edad en la que se ha iniciado la enfermedad y según la causa que la produce.


Según la edad del inicio de la enfermedad, esta se diferencia en:


- Presenil o temprana. De inicio precoz, generalmente presenta una clara relación familiar. Su comienzo se produce antes de los 65 años, y se desarrolla de una manera más rápida que el resto. Su proporción es muy baja, constituyendo de un 0,5 a un 2,5% de los casos.
- Senil o tardía. Su inicio es tardío, ya que aparece después de los 65 años de edad. En su mayor parte es esporádica y su desarrollo es lento. Este tipo de Alzheimer representa un 95% de los casos.



Según la causa que lo produce el Alzheimer puede ser:


- Familiar: la causa en este caso es genética, y coincide en la mayoría de los caos con la enfermedad de Alzheimer presenil. Este tipo se debe principalmente a mutaciones o alteraciones en tres genes, normalmente: el gen de la Presenilina 1 o PS1, que se encuentra en el cromosoma 14, el gen de la Proteína Precursora Amiloide o APP, que se sitúa en el cromosoma 21, y el gen de la Presenilina 2 o PS2, que se sitúa en el cromosoma 1.
- Esporádica: este tipo coincide normalmente con los casos de la enfermedad de Alzheimer de tipo senil, ya que comienza en las personas mayores de 65 años y es el tipo más común de los anteriores. Su causa se desconoce aún, aunque se han descrito distintos factores genéticos que aumentan el riesgo de padecer la enfermedad, como es la presencia del alelo 4 de apoliproteína E o ApoE, que se localiza en el cromosoma 19.




2. Demencias

 Demencias



Las demencias son considerados hoy en día, un síndrome y no una enfermedad. Este síndrome posee una serie de signos que indican un deterioro de los procesos del pensamiento, que se desarrolla de manera progesiva. Este síndrome se encuentra de manera relativamente frecuente en las personas con edad avanzada.

La demencia se caracteriza por una pérdida de memoria, dificultad de planificación o de realización de tareas, cambios de los rasgos del carácter y problemas de orientación. La causa de las demencias es muy diversa, pero se centra fundamentalmente en un daño causado en las células cerebrales, que puede ser de carácter interno o externo. Entre los causas de daños externo, puede destacar la falta de oxígeno, debido al endurecimiento de los vasos sanguíneos del cerebro, y que ocurre en distintas zonas del cerebro.



Sunday, May 17, 2015

1. Introducción



"Desgraciadamente, solo le prestas atención a estas enfermedades cuando te tocan de cerca".


Esta página está creada con el objetivo de desarrollar nuestros conocimientos sobre las enfermedades neurodegenerativas, que hoy en día ha avanzado su frecuencia en nuestra sociedad.


En la actualidad se conocen más de 100 enfermedades neurodegenerativas; la de Alzheimer, Parkinson, Huntington, y la esclerosis lateral amiotrófica son las más importantes por su frecuencia y/o gravedad. Son enfermedades que se caracterizan por la pérdida progresiva e imparable de neuronas en áreas concretas del cerebro o en sistemas anatómico-funcionales.


Se desconocen las causas que provocan la perdida de las neuronas en las enfermedades neurodegenerativas. El principal factor de riesgo para desarrollar estas enfermedades es el incremento de la edad. El aumento previsto para los próximos años de la esperanza de vida de la población hará que la prevalencia de estas patologías se duplique.








Clasificación



La clasificación de las más de 100 enfermedades neurodegenerativas es muy complicada debido a que se solapan entre sí desde el punto de vista clínico y anatomopatológico; además algunas

enfermedades pueden tener una presentación clínica inicial muy variable. Sirvan como ejemplos que el 10% de los pacientes diagnosticados de enfermedad de Parkinson en base a sus síntomas padecen otra patología, o que la demencia puede encontrarse hasta en 50 de estas enfermedades neurodegenerativas.

La zona del sistema nervioso central donde se pierden las neuronas puede ser la corteza cerebral, ganglios basales, troncoencefálico, cerebelo, o medula espinal. En función de la presentación clínica de amplia esta clasificación. Por ejemplo, las enfermedades neurodegenerativas de la corteza pueden producir demencia o no; y las enfermedades que afectan a los ganglios de la base se dividen entre aquellas que cursan con aumento de los movimientos y las que provocan escasez de movimientos. Sin embargo esta clasificación clínico-patológica es imprecisa y tiene muchas limitaciones. Además hay una serie de enfermedades en las que no se ha encontrado una alteración estructural, como la distonia de torsión, temblor esencial, enfermedad de Gilles de la Tourette o la esquizofrenia.




Etiología

Con contadas excepciones las causas de la neurodegeneración son desconocidas. La importancia del papel de los factores ambientales y genéticos como causa de estas enfermedades es objeto de un intenso debateAlgunas enfermedades neurodegenerativas tienen una clara base genética, por ejemplo la parapesia espástica o la corea de Huntington. Pero en la mayoría, como la enfermedad de Alzheimer, Parkinson o ELA, el número de casos familiares es de apenas 10%. Es decir, la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas son esporádicas y la aportación del componente genético en su origen es mínimo.En las enfermedades esporádicas siempre se debe buscar un factor ambiental (toxico, infeccioso, etc) que sea la causa de la patología. En las enfermedades neurodegenerativas esta búsqueda ha sido infructuosa. Por todo ello, hoy en dia se piensa que la etiología de los casos esporádicos no es claramente genética ni claramente ambiental, y probablemente sean una consecuencia de la conjunción en mayor o menor medida de ambos factores.




Evolución clínica

En general los pacientes con enfermedades neurodegenerativas conocen cuando comenzaron los síntomas pero no cuando empezó la enfermedad, es decir cuando empezaron a morirse las neuronas. Muchos sistemas funcionales en el sistema nervioso central son redundantes y todos ellos tienen una mayor o menor reserva funcional. Por ello los síntomas comienzan cuando las neuronas restantes no son capaces de compensar a las que han desaparecido. Esto quiere decir que para cuando se inician los síntomas de la enfermedad ésta (la muerte de las neuronas) lleva ya un tiempo de evolución (meses o años). Desafortunadamente hoy en día no se dispone de ningún marcador de enfermedad presintomática y por ello no podemos conocer cuando debuta realmente la pérdida de neuronas.


Las enfermedades neurodegenerativas en general no acortan de manera directa la esperanza de vida, excepto algunas en las que se afectan funciones vitales. Lo que
sí es cierto es que favorecen las enfermedades intercurrentes que pueden promover una muerte más precoz